domingo, 28 de noviembre de 2010

Dignificada

Lorena Cabnal: “El feminismo permite tener una conciencia crítica para transformar la realidad”

 Por Andre Cabanas
Lorena Cabnal, mjuer, indígena, feminista, pertenece a la Asociación de Mujeres Indígenas (xincas) de Santa María Xalapán, en el oriente de Guatemala. En esta entrevista comparte con las y los lectores de Pueblos sus pensamientos, sentimientos, quehaceres y poderes, y la propuesta de un nuevo proyecto y una nueva práctica política.


Más de 700 mujeres asesinadas cada año, racismo estructural, debilidad o ausencia del Estado como garante de derechos, narcotráfico, empobrecimiento. ¿Avanzamos o retrocedemos como sociedad tras la firma de los Acuerdos de Paz, especialmente desde el punto de vista de la situación de las mujeres?
Hay acuerdos específicos para el avance de los derechos de las mujeres, y se instituyeron algunos mecanismos para su desarrollo, como la Secretaría Presidencial de la Mujer, la Defensoría de la Mujer Indígena, el Foro Nacional de la Mujer, la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia. Sin embargo, considero que faltan compromisos por cumplir. Existen políticas públicas para la promoción del desarrollo de las mujeres, pero no existen políticas territoriales que concreten estos planteamientos. En el caso de las mujeres xincas no contamos con políticas locales que reflejen nuestra realidad. Hoy por hoy no vemos avances concretos desde esta especificidad étnica de mujeres xincas.
¿Cuáles son los principales puntos pendientes en la agenda de los derechos de las mujeres?
Uno de los puntos fundamentales es la lucha contra la violencia. Durante el conflicto armado la violencia contra las mujeres no se había reconocido. La lucha histórica del movimiento de mujeres y feminista logra visibilizar la problemática de femicidios. Éste es un punto de agenda importante a tener en cuenta por parte del Estado. El Estado, con profunda responsabilidad política, debe impulsar leyes que ya están en vigencia, y además debe promover el fortalecimiento de la institucionalidad para el acceso a la justicia. Complementariamente, el acceso a la justicia local o justicia ancestral, es decir, a nuestras formas de impartir justicia en las comunidades.
En este contexto de desigualdad social y política, y de necesidad de poderosos movimientos sociales, ¿cuál es el estado del movimiento de mujeres y feminista?
Vivimos una etapa importante en el movimiento. El hecho de que recientemente se haya celebrado una Asamblea Feminista donde convergemos una diversidad de mujeres mayas, xincas y mestizas, además de una diversidad de pensares y miradas y una diversidad etárea, marca una etapa de consolidación en el movimiento de mujeres y feminista de Guatemala. Yo me siento parte importante de esta historia, porque anteriormente ha habido una segregación o un no reconocimiento por parte de algunas compañeras feministas hacia mujeres indígenas. Me parece que en esta etapa se está fortaleciendo el movimiento desde diferentes organizaciones y pensamientos y empieza a haber compañeras indígenas que ya nos nombramos como feministas y tenemos la posibilidad de aportar desde nuestras realidades, con un marco político común: fortalecer nuestra identidad feminista y el sujeto político feminista, que promueve acción con conciencia, que se colectiviza en las comunidades y, junto a otro sujetos, transforma la realidad de opresión histórica.
Uno de los grandes retos es la articulación de un movimiento que es en sí mismo muy diverso, partiendo de la diversidad étnica.
Las mujeres indígenas nos reconocemos como actoras válidas desde nuestros pensares, sentires, cuerpos, territorios y diferentes miradas de la realidad, y no le apostamos a algo que parcializa nuestras identidades, sino que confluye en un proyecto político para la transformación. La forma en que asumimos la identidad étnica, el sentir y el cuerpo en este espacio, en este momento, en este tiempo, nuestra forma de ser y estar en el cosmos y en el mundo, abona a una estrategia colectiva con otras mujeres diversas. Esta estrategia no nos va a segregar, no nos lleva a plantear quién ha sufrido más en la historia: las mujeres indígenas porque somos las más pobres o las más analfabetas; o las mestizas que tienen también historia de lucha y violencia, con un alto número de asesinatos de mujeres. Por el contrario, nos va a permitir vislumbrar una amplia gama de relaciones.
Mencionas el pensamiento feminista como clave en el fortalecimiento del movimiento de mujeres. ¿Existe un feminismo de las mujeres indígenas?
El feminismo plantea una forma y un estilo de vida que se atreve a transgredir patrones culturales. Nosotras en nuestra vida cotidiana tenemos situaciones a lo interno de nuestras culturas que no nos dejan vivir en libertad. Nos cuestionamos si esto será práctico con relación al equilibrio que debe existir cósmicamente para que nos sintamos como mujeres plenas. Entonces nos preguntamos qué plantea el feminismo con respecto a esta situación, cómo poder trascenderla. El feminismo hoy es una parte fundamental de un movimiento que quiere consolidarse. Yo me siento integrante de este proyecto que reconoce la diversidad de miradas y la lucha histórica de muchas mujeres, no sólo mestizas, sino de quienes han aportado desde sus diferentes prácticas ancestrales y territoriales.
Para una mujer indígena, ¿el feminismo es teoría ajena, o una práctica de lucha cotidiana desde su territorio?
El feminismo es una propuesta teórica que se concreta en la práctica cotidiana. Es una vida misma. No lo veo sólo como la posibilidad que se da desde la Academia. Me permite tener una conciencia crítica para transformar la realidad. Nuestra identidad feminista legitima los diversos caminos que las mujeres buscamos para analizar nuestras realidades de vida. En la experiencia particular de las mujeres de Xalapán, nos parece sumamente importante hacer el análisis de cómo se configuran los sistemas de opresión en contra de la vida de las mujeres y cómo van emergiendo en los diferentes contextos donde vivimos. El feminismo es una propuesta amplia donde yo, mujer indígena, encuentro que mis palabras y propuestas están reconocidas.
Isabel Rauber [1] habla de la necesidad de una lucha diversa, sin dispersión, y unida, sin unicidad. En este marco de búsqueda de cohesiones, ¿cómo son las relaciones del movimiento de mujeres y feminista con otros movimientos sociales?
Me parece importante que encon-tremos puntos en común, en el sentido que nuestras luchas sean antisistémicas: contra el patriarcado, el racismo, contra el capitalismo, contra la lesbofobia, contra todos aquellos mecanismos que condicionan la desventaja histórica y estructural de las mujeres. Creo que es importante valorar que hay otras actoras y actores en el movimiento, y en la medida que ellos reconozcan la lucha de las mujeres feministas, desde un planteamiento antisistémico claro, podemos tender puentes y hacer posible una gran fuerza política-social. Si tienen planteamientos coyunturales y su lucha no es estratégica, podemos hacer coordinaciones, pero no compartir un objetivo de transformación profunda.
¿Se perciben avances concretos en esta articulación estratégica, teniendo en cuenta la mayoritaria fragmentación de agendas y prácticas de las luchas sociales?
En el caso del movimiento feminista, sí, porque mujeres de diversas procedencias ya logramos hablar de un mismo proyecto político. Las acciones no van solamente en la línea de construir un proyecto particular, sino en el marco de un proyecto estratégico. Otros movimientos y actores todavía no tienen claro un proyecto emancipatorio y libertario.
Recapitulamos: vivimos un momento de violencia y extremo desprecio por la vida, pero también de nuevas prácticas de lucha, definición de nuevos proyectos de vida y fortalecimiento de nuevos sujetos, entre ellos los pueblos indígenas y las mujeres. ¿Cómo puede inclinarse la balanza hacia la recuperación de un proyecto colectivo para Guatemala?
Es fundamental fortalecer la conciencia crítica del sujeto político, de manera permanente a lo interno de las organizaciones, y de forma intencionada. Esta riqueza la promueve el planteamiento feminista: ver el mundo con ojos de mujer y desde nuestros espacios territoriales. Tenemos que pensar si en nuestra práctica estamos contribuyendo al proceso de transformación de la realidad o refuncionalizando el Estado y las opresiones. Debemos preguntarnos esto para encontrar sentido real a lo que hacemos y cambiar la balanza de nuestro quehacer personal y colectivo. De pronto estamos asumiendo líneas o directrices de políticas económicas que la cooperación, el gobierno, la Unión Europea, y otros, nos están enviando, perdiendo la autonomía del pensamiento político, y la capacidad de generar pensamiento desde nosotras y desde nosotros, y con autoridad epistemológica des-de los pueblos. Reproducimos discursos, pero tenemos que generar discurso desde nuestra propia realidad, para construir una realidad diferente.
Lorena, ¿qué les espera en los próximos años a las mujeres xincas de Xalapán y a las mujeres de Guatemala en general?
Esperamos generar pensamiento feminista crítico desde nuestro territorio cuerpo-tierra. Queremos generar reflexiones para compartirlas con otras mujeres feministas e indígenas. Queremos que escuchen nuestro planteamiento y aportar a las transformaciones del imaginario social instalado, intencionado históricamente. Queremos deconstruir estas mentalidades y promover un pensamiento libertario, transgresor, emancipatorio. Si continuamos con esta rebeldía transgresora que nos promueve el feminismo, para crear con autonomía y dignidad desde nuestros espacios, para construir nuestra realidad, a este feminismo guatemalteco le espera la posibilidad de seguir aportando a un mundo que necesita hacer transformaciones sumamente profundas, o tal vez no sólo transformaciones sino aboliciones. Las mujeres tenemos múltiples poderes. Necesitamos una estrategia de articulación de poderes y reconocer nuestros poderes diversos, que no son contradictorios, que no se deslegitiman unos a otros, sino que se traducen en una energía que revitaliza nuestro accionar colectivo en una agenda común, en pactos, en una visión de construcción colectiva de una nueva sociedad, de un nuevo país, de una nueva propuesta política que permita la plenitud de vida de las mujeres. Las mujeres del movimiento tenemos una tarea, pero no es sólo de nosotras, sino de todas y de todos.

Fuente: www.revistapueblos.org

Mujeres valientes en la tierra sagrada

 Por Maria Crespo
 "Convocamos al viento, al fuego, al agua, a la tierra. No más violencia en mi cuerpo, no más violencia en mi casa, en mi país. No más violencia contra las mujeres". Lorena Cabnal, guatemalteca y defensora de los Derechos Humanos, pronuncia estas palabras que parecen mágicas mientras hace sonar unas maracas.
El público observa, curioso y mudo, esta escena. En un céntrico edificio en Madrid este 25 de noviembre,  se hablará sobre los enormes obstáculos que impiden a las defensoras de los Derechos Humanos en diversos países latinoamericanos hacer su trabajo.
Esta cita pretende también tender puentes entre la realidad de la mujer en Guatemala o Colombia y esa misma realidad aquí, en Europa, esperando que en la travesía, el océano que separa dos continentes acabe por tragarse esa violencia machista enraizada. Ésta es uno de los principales motivos detrás de los ataques que sufren cientos de mujeres dedicadas a defender a otros miles, más desvalidos, más pequeños.
Claudia Mejía, responsable del Observatorio de los Derechos Humanos de las Mujeres en Colombia, da una cifra que refleja bien este ataque. En el segundo semestre de este 2010, 33 defensores de derechos humanos han sido asesinados en este país.
Varias mujeres valientes, que a pesar de las amenazas no tienen intención de abandonar su tierra, han volado hasta aquí para dar su testimonio. EL MUNDO.es ha hablado con dos de ellas.

Berenice Celeyta, Colombia

"Las mujeres y los pueblos son uno solo", afirma Berenice, explicando que en su país, que ella niega que sea una democracia, la persecución que sufren las defensoras de los derechos humanos va de la mano con la que sufren los campesino a los que "El Gobierno despoja de sus tierras y sus recursos".
Berenice es presidenta de la Asociación para la Investigación y Acción Social, Nomadesc, a través de la cual promueve la defensa de los derechos humanos en su tierra. ¿Cómo se lleva esto a la práctica? "Trabajamos con las comunidades, protegemos a los líderes sociales, llevamos a cabo una actividad pedagógica, acompañamos a las personas para que exijan la aplicación de las leyes", cuenta.
Pero esta labor se frusta, o intenta frustarse, con amenazas, incluso de muerte. Ella recibió la más reciente hace menos de un mes, el 30 de octubre. Además, está "un Gobierno que, aunque estamos en un conflicto social y armado, no quiere reconocerlo", y, por si fuera poco, "con una impunidad que roza el 99%".
Tiene miedo, por supuesto, y parte de él remite al estar acompañada, permanentemente por las Brigadas Internacionales de Paz. También el Ministerio de Interior se ha ofrecido a ayudarla con "carros blindados y escoltas armados", pero ella cree que "es incoherente, porque sabemos que la propia Fiscalía nos persigue y nos considera delincuentes" (su organización descubrió la existencia de un archivo en la Fiscalía de la Nación con una lista de activistas, líderes sindicales y defensores acusados de pertenecer a grupos insurgentes).
Y con este panorama desolador ¿hay sitio para alguna alegría, alguna satisfacción? "El pasado 12 de octubre logramos reunirnos 25.000 personas en Bogotá, en el Congreso de los Pueblos, hablando de nuestra propuesta de país, de nuestras alternativas".

Lorena Cabnal, Guatemala

Indígena descendiente de los pueblos maya y xinja, es la fundadora de la Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán Jalapa. Jalapa es un departamento al Sur del país.
"El machismo es generalizado en Guatemala. Se refleja en la vida cotidiana. Las únicas funciones de la mujer son ir a traer agua, leña, moler el maíz e ir a la iglesia", cuenta Lorena, con una voz tranquila y pausada. Habla de la montaña en la que vive sintiéndola propia y no concibe separar la reivindicación de los pueblos indígenas ("En Jalapa se cometió un verdadero etnocidio") con la reivindicación de los derechos de la mujer.
"Guatemala ocupa el segundo lugar en el mundo, después de Rusia, en feminicidio. Hasta noviembre han sido asesinadas este año 735 mujeres", cuenta, sin vacilar, para después explicar que a la Comunidad Internacional le exigen "que solicite informes al Estado de Guatemala, que le pida explicaciones sobre cómo cumple las directrices de protección de los derechos humanos".
Por eso, en parte, ha viajado hasta aquí. Al final, esta mujer valiente se agarra al futuro, tan fuerte como se agarra a la tierra: "Aunque vivo con amenazas diarias, mi hija me da fuerza. Quiero que ella tenga la posibilidad de vivir en un lugar más justo".

Fuente:  www.elmundo.es

Las violencias y los riesgos para las defensoras de derechos humanos

Por Josefina Chávez
El Encuentro Nacional sobre Violencia contra Defensoras de Derechos Humanos en México se realizó los días 14 al 17 de octubre de 2010 en la Ciudad de México. Aproximadamente 60 mujeres de varios estados de la República Mexicana se dieron cita para intercambiar en torno a su experiencia y conocer cuáles son las violencias que están enfrentando para la realización de su trabajo en los diversos movimientos, ciudades y estados del país. Esta reunión, contribuyó a constatar que los niveles de violencia derivados de la muy controvertida política de seguridad nacional en sus múltiples dimensiones, están impactando de una manera alarmante la vida de las mujeres dedicadas a la defensa de los derechos. La intimidación, las amenazas y la muerte, son riesgos y costos que en México tienen que enfrentar las activistas comprometidas con la defensa de los derechos humanos.
Las medidas cautelares presentan en su aplicación múltiples problemas, pero sobre todo desconfianza por el descrédito y desconfianza que existe hacia las instituciones encargadas de proporcionar este mecanismo. Un ejemplo de ello es que en el Encuentro no pudo estar presente Margarita Guadalupe Martínez (Enlace y Comunicación y Capacitación) pues el Estado no le garantizó la protección hacia la ciudad de México. Otro ejemplo reciente es el de los estudiantes balaceados mientras se manifestaban y se dirigían a un foro en contra de la militarización, por la policía federal en Ciudad Juárez; ¿Quiénes los van a proteger, integrantes de la misma policía que los atacó? También en la misma ciudad Cipriana Jurado (Centro de Organización de la Mujer Obrera), amenazada de muerte, no pudo contar con la protección adecuada a pesar de la solicitud de medidas cautelares, por parte de Amnistía Internacional y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Tuvo que salir del país. Hay una larga lista de casos a los que se suman los asesinatos e intimidaciones en contra de periodistas, actos que atentan contra la libertad de expresión.
El problema en el caso de defensoras y defensores que están denunciando los abusos y violaciones de derechos humanos de militares y fuerzas policíacas es que se incrementa la criminalización a su participación. Frente a esta realidad, ¿Cuál es la alternativa? El tema es de alta prioridad para el Alto Comisionado de las Naciones Unida, quien ha recomendado la creación de un mecanismo nacional de protección así como la adopción de protocolos especiales para la investigación de agresiones.
Durante el Encuentro se pudieron escuchar testimonios impresionantes, que ponían la carne de gallina. Sorprende, afortunadamente sigue sorprendiendo, que la mayoría de las asistentes mantienen un compromiso muy alto, una claridad de la necesidad de continuar trabajando en la defensa de los derechos humanos, en contra de la injusticia, de la impunidad. La composición de las asistentes también reflejó la pluralidad con la presencia de mujeres de muy distintas experiencias, trayectorias y movimientos. Muchas de ellas con un largo camino de lucha.
Fue un gran acierto la realización de este encuentro nacional; los antecedentes del mismo se dan meses antes, cuando en la ciudad de Oaxaca se realizó, en abril, la Reunión Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos. En las memorias de esa reunión se destaca que la “información sobre la situación especifica de las defensoras de derechos humanos es aún insuficiente y muchas veces se encuentra invisibilizada por las propias instituciones, organizaciones y movimientos”. De ahí que hay una coincidencia en la necesidad de desarrollar diagnósticos para conocer y profundizar en cuáles son las características y la especificidad de la violencia que están enfrentando las mujeres defensoras en los países de Centroamérica y México.
El punto clave es visibilizar, y simultáneamente contribuir a la generación de apoyos para la protección de la integridad de las mujeres defensoras. Y en otro plano también sustentar elementos para la creación de mecanismos reales de protección. La visibilización en este caso implica reconocer y difundir la legitimidad de su trabajo y de sus convicciones, así como la justeza de todas las luchas y causas que están defendiendo; las mujeres de Juárez, de Atenco, de Chiapas, de Oaxaca, las Triquis, las de San Juan Copala, las de Guerrero, Guanajuato, Veracruz y de muchos otros estados, contaron sus historias, las de la violencia en sus lugares, en sus movimientos, como viven el día a día, como enfrentan los infiernos en donde ellas se desenvuelven. De muy diversos orígenes, pero eso sí todas por igual agredidas, amenazadas, hostilizadas. En varias de las sesiones, de pronto se escucha el silencio solidario frente al dolor de las pérdidas, de los asesinatos y encarcelamientos de los seres queridos; por las mujeres asesinadas por ser mujeres, de los muertos por quienes se sigue luchando para que la justicia los arrope; ¿Nueva utopía?
Son las mujeres que se atreven a levantar la voz; encarar a las fuerzas militares y sus violaciones sistemáticas a los derechos humanos; a las distintas corporaciones policiales para marcarles el alto a sus impunidades; que enfrentan en carne propia el incremento del paramilitarismo. El objetivo es reconocer el aporte de las defensoras; sumar esfuerzos; fortalecer vínculos; reaccionar con eficacia frente a los riesgos y ataques por el trabajo de activismo, denuncia y defensa de los derechos. Para las coordinadoras y organizadoras así como las asistentes es claro que se está enfrentando un avance del autoritarismo, de los sectores mas conservadores y de la derecha y que esto está presente en toda la región, se están empujando políticas que contribuyen a instalar contextos y ambientes de miedo en la población. De ahí la importancia del análisis, del intercambio, de contar con espacios que posibiliten la reflexión personal, que en este caso adquiere una dimensión fundamental; el cuerpo es el lugar en donde la estrategia del miedo ataca. El cuerpo es pues el espacio de libertad a recuperar para renacer. Construir las fortalezas que se necesitan pasa por el reconocimiento colectivo en todos los sentidos.
Las mexicanas defensoras de derechos humanos hacen las listas de los contenidos de la pesadilla cotidiana; intimidaciones, amenazas de todo tipo, a su integridad y libertad; difamación para deslegitimarles como voceras públicas; violencia y ataques verbales obscenos; desapariciones forzadas; clima de justificación mediática de las agresiones por estar participando; agresiones y hostigamiento sexual y burla de las autoridades; las amenazas en general incluyen connotaciones sexuales. En el extremo está la muerte.
Cuando toca el turno de analizar las causas el análisis se torna más complejo, un clima adverso para las mujeres defensoras se respira. El contubernio Estado-Iglesia, sale a relucir; el impacto de las políticas de seguridad nacional que favorecen la ruptura del tejido social; la desarticulación de los movimientos sociales; las redes de trata, de corrupción; la violencia feminicida, la misoginia. Y mucho más.
La ventaja de poder remontar las políticas desarticuladoras es precisamente la realización de esta reunión nacional; el análisis de la coyuntura que permea los ámbitos de trabajo proporciona a la vez las rutas, los encuentros, la fortaleza, la necesidad de acuerpamiento; para responder juntas a las emergencias, para arropar a las perseguidas, para dar solidaridad a las que lo necesitan con urgencia; para seguir luchando porque solo así cambiaremos las cosas; Ahí estaban de carne y hueso. ¿Como le hace, compañera? Pregunta una mujer a otra: “ yo soy una mujer triste, así vivo, con tristeza, todos los días cuando llego a mi casa por la noche después de la reuniones, pongo música a todo volumen y me pongo a llorar, así todos los días”.

Fuente:  www.rebelion.org