jueves, 14 de julio de 2011

"El Feminismo no tiene nada de qué avergonzarse". Entrevista a Amelia Valcárcel

 Qué es el feminismo? El feminismo es uno de los pilares de la democracia, y es una de las políticas que nacen con el mundo que vivimos. Porque venimos de sociedades en las cuales las mujeres no son nada. Y lo que ha permitido que las mujeres vayan tejiendo y alcanzando ciudadanía, es un enorme movimiento que ya tiene tres siglos de poner en cuestión que el hecho de ser mujer te excluya de los derechos. Es un movimiento bastante exitoso, pero está muy vinculado, ciertamente, a occidente.
¿Por qué muchas personas lo consideran como un “machismo al revés”?
Por falta de reflexión, y por interés. Por falta de reflexión porque si se puede tirar por una senda fácil, nuestro entendimiento es perezoso. Y en parte por interés: es que el feminismo está vivo, consigue cosas, y realmente es exigente. Por interés, mucha gente puede querer que se entienda mal. Porque el feminismo no es lo contrario del machismo, pero es absolutamente contrario al machismo. Y quiere acabar con él. Y, realmente, el machismo tiene defensores.
El feminismo aspira a la igualdad, pero ¿qué pasa con las diferencias? Corrientes de pensamiento basadas en teorías de la sociobiología sostienen que la diferencia entre hombres y mujeres estaría en los genes: el hombre estaría genéticamente programado para ser racional, constructivo, y la mujer genéticamente programadas para ser más sensible, generosa, conciliadora...
Hace 50 años eso estaba muy en el candelero cuando la sociobiología reactivó ese discurso. Pero no estamos hablando realmente de si las personas son más sensibles unas que otras, o si unas lloran con más facilidad delante de los culebrones. Estamos hablando de si ser mujer te va a condenar al infierno. A tener menos derechos, a pasar miedo, a tener menos dinero o a depender de la voluntad de otro. Entonces, las características secundarias como la sensibilidad no juegan en esto. Lo que juega en el espacio abierto y democrático es la formación, la voluntad y el mérito. El feminismo es un movimiento político, y se desenvuelve en el plano político. Por lo tanto, aspira a la igualdad política, es decir, aspira a que la ciudadanía sea una ciudadanía compartida.

Muchos afirman que hombres y mujeres no podemos ser iguales, pero sí complementarios... Bueno es una de las cosas que se dicen, que varones y mujeres son complementarios... siempre que a la mujer no le toque ser la parte que es complementaria, está bien. ¡Pero es que las complementarias son siempre las mismas! No, yo creo que todos, varones y mujeres, somos seres humanos y que en sociedades abiertas y libres tenemos que tener capacidad para alcanzar los mismos bienes y vivir una vida buena.
¿Cuáles han sido los principales aportes  del feminismo?
El principal aporte del feminismo, nada menos, es volver a la humanidad un solo sujeto. Dese cuenta que la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 no se hubiera realizado sin una gran feminista: Eleanor Roosevelt.
El feminismo ha hecho muchísimo por una conciencia de la humanidad distinta y mejor, a parte de haber hecho muchas cosas para obtener derechos que nos estaban negados: el saber, el sentarnos en las aulas universitarias, las profesiones abiertas, las profesiones liberales.
El feminismo ha sido un aliado enorme de la innovación y de la innovación moral. Ha cambiado los registros morales de occidente, enteros. Porque la libertad de las mujeres introduce una novedad que antes nunca ha existido y eso es extraordinario porque nos abre la puerta al mundo nuevo, que no sabemos ni siquiera bien cómo funciona, donde los retos son otros.
El feminismo ha ganado sus batallas en una parte del mundo, la que está más decidida a apostar por la novedad y la innovación. Pero mientras la batalla de las mujeres, de su libertad, no se gane en el mundo completo, no está ganada. En muchas partes del planeta, nacer mujer es un castigo al infierno en vida. Nacer en África es un castigo al infierno en vida. Nacer en muchas partes de Asia es lo mismo. Y en América Latina, usted misma recordará que hay dos o tres sitios que no son nada recomendables...
¿Qué aspectos del feminismo criticaría usted?
Ahí voy a ser muy concluyente: el feminismo no tiene nada de que avergonzarse. No ha producido violencia ni tiene todavía ningún muerto en el campo contrario. Y ha logrado, con métodos pacíficos siempre, y a costa de las vidas de mucha gente sacrificándose, ir consiguiendo meta tras meta.
¿Abraza entonces el feminismo por completo...?
Si no hiciera eso, no sería justa con lo que me ha permitido: no tener que luchar por el voto y tenerlo; no tener que luchar por sentarme en los bancos de la universidad y haber podido hacerlo. Quienes nos precedieron nos dieron muchas cosas ya ganadas. ¿Cómo no estar agradecidas?
¿Observa  nuevas  formas  de   presión  contra  las  mujeres  hoy?
La verdad es que en esto de nuevo hay muy poco, son las de siempre. No necesita mucha renovación este asunto: hay violencia contra las mujeres, hay disuasión para que den todo lo que saben dar de sí, hay solidaridad entre ellas porque tienen miedo de lo poco que tiene cada una... el sistema todavía se aguanta porque sigue siendo muy perverso. Y porque la mayoría de la gente que lo encarna ni siquiera se da cuenta de que lo encarna.
¿Qué estrategias de resistencia frente a estas formas de opresión propone usted?
Hay que hacer un feminismo internacional donde quienes tienen la agenda abierta por la misma página se apoyen para conseguir las cosas con más facilidad, con menos duros costos. Esa es una. La solidaridad es la mejor estrategia, y la libertad de palabra es una gran estrategia. Y el feminismo solo puede existir donde hay libertad de palabra y libertad de pensamiento. No creo que en Irán vivan muy buena vida nuestras feministas.
¿Qué opina del lenguaje de género o inclusivo? A mucha gente le parece ridículo.
No lo sé, la primera vez que se dijo “médica”, probablemente alguna persona se asustó. ¡Pero la decimoquinta vez ya no se asusta nadie! La primera vez que se dijo “abogada”, también, y la decimonovena vez ya no se asusta nadie. Yo soy consejera de Estado. La primera vez que se dijo “consejera”, supongo que alguien se asustó.
Pero, como todo, el lenguaje sirve para hablar de lo que hay; lo que pasa es que el lenguaje cambia más despacio que lo que hay. Las mujeres corren más que el lenguaje. Por lo tanto, el lenguaje tendrá que seguir nuestros logros y no preocuparnos de ello. Todo suena muy ridículo, ¡pero a mi más ridículo que la palabra “modisto” me suenan muy pocas cosas! ¡Y la Academia de la Lengua la aceptó en los años 50! ¡Así que allá ellos! Es que les parecía muy poca cosa que un señor que hacía trapos se llamara “modista”. O sea que si a ellos les pareció bien “modisto”... sígase el razonamiento, que va él solo.
¿Qué piensa del lugar de las mujeres en las religiones monoteístas? ¿Hay herramientas desde  dentro  de  la  religión  para  el  feminismo? Ninguna religión va por delante de su sociedad. Nunca. Las religiones solo dicen que Dios quiere lo que las sociedades ya hacen de por sí. Simplemente, no se van a desvivir por nuestra libertad.
Pienso  en  corrientes  actuales,  como  el  feminismo  islámico...
Sí, pero en el siglo 19, la hubo en el cristianismo. Entonces, tomemos los textos y digamos que no son tan duros como parecen; que se pueden interpretar de otra manera. Es intentar, desde dentro, cambiar algo. ¡Pero eso se intenta porque desde fuera ya existe la vindicación!
¿Cuál es su posición con respecto al debate sobre el velo integral en España?
Mi posición es que no podemos inventar mucho. Francia ha decidido prohibirlo, y yo creo que Francia ha hecho bien. Porque Inglaterra misma confiesa que su modelo no funciona. Y Alemania ha confesado que el suyo tampoco. ¡El problema es que eso solo les pasa a las mujeres! Es decir, a los varones musulmanes su religión no les manda nada en particular. Cuando una norma solo pesa sobre un sexo, hay que mirar a ver por qué y cómo es, no sea que esconda algo, y ese algo sea grave.
Y si es la mujer quien voluntariamente quiere usar el velo integral, ¿hay que impedírselo?
Ya, pero... si voluntariamente, cuando se abolió la esclavitud, muchos esclavos lloraron, porque querían seguir siendo esclavos. Una persona que se someta voluntariamente a una práctica lesiva, ¿qué quiere decir? Eso no quiere decir que la práctica sea legítima; quiere decir que hay gente que no quiere llevar la contraria a su grupo, por ejemplo. Porque no se siente con fuerzas, nada más. Yo le puedo decir que tengo muchas amigas musulmanas que acogieron muy bien una prohibición del Estado, porque les ahorraba un debate.
¿Cuáles  son  los  desafíos  del  feminismo  hoy  en  día?
La agenda feminista está abierta ahora por la paridad. Pero esa agenda es una agenda enorme, que significa nada menos que las mujeres tenemos que tener la mira de todo. Como verá, esa agenda no es para mañana, porque significa estar en paridad de poder en la política, la empresa, el mundo económico, el mundo del saber, los medios de comunicación, el mundo de la creatividad y del arte, y la religión.
En todos esos mundos que le he citado, las mujeres tienen una presencia ínfima. Y siguen siendo mundos de enorme poder. Y en muchas partes del mundo, en este planeta donde vivimos, las mujeres no tienen derechos fundamentales, muy, muy elementales. Por ejemplo, no tienen derechos sexuales y reproductivos. ¿Cómo una joven realmente va a mantener su libertad en la mano si ni siquiera tiene derecho a tomarse la píldora del día después, siendo así que verdaderamente no puede negarse a tener relaciones si quiere tener una vida sentimental?
Se ha encerrado a las mujeres en trampas de ignominia. Lo que yo no soporto es la hipocresía en este asunto... y hay mucha.

Fuente:  www.haurraldefundazioa.org

miércoles, 29 de junio de 2011

Perspectivas feministas de la diversidad sexual

Nalu Faria

El debate sobre la sexualidad estuvo presente en la primera y segunda ola del feminismo, aunque con peso y perspectivas diferentes.  Carol Vance (1) dice que siempre hubo diferencias entre las feministas sobre cómo mejorar la sexualidad de las mujeres y señala que la primera ola fue más proteccionista, mientras la segunda fue más expansionista.  Por proteccionista, entiende a una posición de las feministas que "han intentado consolidar un cierto margen de protección frente al deseo y la agresión masculina (...) y que ésta posición debería florecer cuando se alcance una mayor seguridad”.  Luego, con la visión expansionista y decidida, “creían que las mujeres podían aventurarse a manifestar su sexualidad de forma más visible y atrevida”.

Sin embargo, hay que resaltar que en nuestros análisis y en la tarea de recuperar la memoria histórica todavía no hemos profundizado lo suficiente como para abarcar y captar las posiciones minoritarias e incluso la diversidad de las experiencias.

Este elemento es muy importante para poder analizar el momento que vivimos en relación a la sexualidad, sin que ello signifique caer en la tentación de hacer un análisis lineal, que ve como un continuum los últimos siglos en relación a la sexualidad, puesto que, por regla general, en ese caso, se parte de una visión occidental que no incorpora la diversidad de prácticas y experiencias, ni tampoco la complejidad de la vivencia de la sexualidad.

El feminismo, en el periodo reciente que parte de los años 60, introdujo el cuerpo femenino al espacio de la política.  Los colectivos feministas generalizaron la discusión sobre la importancia del conocimiento del cuerpo como parte de una acción fundamental para enfrentar la negación y los tabúes en relación al cuerpo femenino.  Pero también introdujo el debate sobre la autoestima y colocó a la autonomía como un tema de vital importancia.
El debate partía de cuestiones muy concretas como el conocimiento de la anatomía y fisiología, trabajaba la cuestión de la reconstrucción de la identidad femenina en tanto sujetos, reivindicaba la legitimidad del deseo femenino y afirmaba el contenido revolucionario del placer sexual.

De esta forma, el movimiento feminista fue el que primero cuestionó la supremacía masculina en las relaciones sexuales en un contexto de fuerte oposición al sistema capitalista y a los valores tradicionales, que propiciaba la búsqueda de nuevas formas de organización.

Al denunciar la opresión de las mujeres y los mecanismos de su subordinación en el seno de la familia, el feminismo mostró que lo personal también es político, cuestionando así uno de los pilares fundamentales de la opresión de las mujeres en el capitalismo, que es la separación de la vida entre una esfera pública y una esfera privada.  En esa separación, lo que se vive en la esfera privada y familiar es considerado particular, campo regido -en esta sociedad- por el poder masculino.

El feminismo planteó la importancia de separar la maternidad de la sexualidad y defendió el derecho de las mujeres a expresar su deseo sexual.  Construyó formas colectivas de expresión de las mujeres y de afirmación de su deseo sexual.  Colocó la cuestión de la autonomía de éstas y de su poder para decidir y elegir.  Cuestionó la represión, la imposición y el castigo.  Al cuestionar la supremacía masculina, contribuyó también a construir el concepto de peligro sexual para las mujeres.

En este sentido, la lucha feminista por el derecho al aborto es fundamental para la emancipación de las mujeres pues concreta la separación entre la sexualidad y la imposición de la maternidad.  La defensa del derecho al aborto siempre se impulsó junto con el acceso a los métodos anticonceptivos, aspecto considerado igualmente fundamental para el ejercicio de la sexualidad con autonomía.

El feminismo denunció, además, todas las formas de abuso y violencia contra las mujeres y también el estupro dentro del matrimonio, antes considerado normal, por la supuesta obligación de la esposa de servir sexualmente el marido.  Mostró que la desvalorización generalizada de lo femenino definía un patrón de comportamiento masculino de agresión permanente a las mujeres y la visión de ellas como objeto de posesión, todo ello expresado en forma de bromas, piropos, asedio, humillaciones, estupro.

Defensa de la autonomía y la libertad

En ese momento, el debate estaba centrado en las relaciones heterosexuales.  Eso indica la dificultad de enfrentar la diversidad en relación a la sexualidad al interior del movimiento feminista, pero también el desconocimiento o el no reconocimiento de las experiencias de las lesbianas en colectivos o comunidades.  Según los países, el conflicto ha sido mayor o menor, pero el denominador común es la constatación de que, también en el feminismo, había una tendencia a definir una sexualidad políticamente correcta y a partir de ahí etiquetar negativamente las experiencias que se desviaban de la visión hegemónica.  Joan Nestlé afirma que “En los años cincuenta, sobre todo, las parejas butch-fem formaban la primera línea de las combatientes contra la intolerancia sexual.  (.....)”.  Luego ella incita al debate sobre cómo, en los años 80, el movimiento lesbiano y feminista dejó de formular preguntas y comenzó a dar probables respuestas.  Ella dice: “El dar por sentado tales respuestas cerró nuestros oídos y frenó nuestro análisis”(2).

Ese debate aparece en el movimiento de mujeres justamente a partir de la organización de colectivos lesbianos que cuestionaron el hecho de considerar las relaciones heterosexuales como las únicas normales y lo denunciaron como imposición de la heterosexualidad a todas las mujeres.  Este cuestionamiento traía críticas a las limitaciones del feminismo y a la dificultad de considerar la diversidad de experiencias de las mujeres.

La evolución de este debate, sin profundizar en las diferentes visiones construidas al interior del movimiento, posibilitó contemplar la multiplicidad de factores que intervienen en la sexualidad y contribuyó a la comprensión de la diversidad y variedad de expresiones de la sexualidad femenina.

En los últimos años, el tema de la diversidad sexual ha ganado mucha visibilidad, y, desde el punto de vista organizativo, conviven varias experiencias, tanto de colectivos feministas, como de espacios más amplios denominados GLBT.  Pero una cuestión política que permanece y requiere ser abordada en todos los espacios es la importancia de construir una perspectiva feminista de defensa de la autonomía y de la libertad de las mujeres.  Tener una política expansionista en una sociedad todavía patriarcal y homofóbica, retomando de nuevo al estudio de Carol Vance, presupone combatir todos los peligros en relación a la sexualidad y, a la vez, defender el derecho a la expresión del deseo femenino.

La coyuntura actual, marcada por la exacerbación de la sociedad de mercado, que busca extender y profundizar la mercantilización de todos los ámbitos de la vida, nos plantea nuevos desafíos para definir una política firme en relación a la sexualidad.  El mercado intenta avanzar sobre la sexualidad resignificando, según sus intereses, temas y propuestas construidas por los movimientos.  La banalización de la sexualidad es uno de esos mecanismos, así como el aumento de la prostitución.  En el otro extremo, siguiendo la doble moral sobre la sexualidad, glorifica y refuerza la maternidad como la principal realización de las mujeres, que define su lugar en el mundo.

La lucha por la autonomía en la sexualidad y la construcción de una política firme en relación a la misma, que transgreda las normativas homogeneizadoras, son fundamentales para la construcción de la igualdad en la diversidad.

[1] Vance, Carol.  El placer y el peligro.  En Carol Vance (org).  Placer y
peligro: explorando la sexualidad femenina.  Madrid.  Ed.  Revolución, 1989.  pg 9-49

2 Nestle, Joan.  La cuestión Fem.  Nosotras, nº 6, Madrid.  Colectivo de Feministas Lésbicas.1988, pg 21-30.

- Nalu Faria es Coordinadora de la Red de Mujeres Transformando la Economía -REMTE-, Directora de SOF, Brasil.
Publicado en América Latina en Movimiento, No. 420: http://alainet.org/publica/420.pht

Fuente:  http://alainet.org/active/22952&lang=es

jueves, 2 de junio de 2011

Declaración del feminismo autónomo

VII Encuentro feminista latinoamericano y del Caribe

Cartagena, 26 de noviembre de 1996


Las Feministas Autónomas entendemos al movimiento feminista como el espacio que ejercita en todo acto la unión entre lo íntimo, lo privado y lo público. Sin estos tres niveles integrados terminamos siempre incompletas. Es su articulación lo que nos permite crear desarrollo filosófico con capacidad de propuesta de otra cultura.

El quehacer feminista parte de lo personal, del yo, único lugar donde se realiza la verdadera libertad que construye mundo. El cuerpo es la síntesis y partida del hacer existencial y político.

Estamos por la construcción de un movimiento que genere una interlocución y un diálogo con el mundo social, que impugne todas las formas del poder patriarcal, en lo público y lo privado. Que cuestione al Estado y a sus instituciones. Nuestro feminismo no es sumarse o integrarse a las relaciones sociales de desigualdad y de poder que otros han definido. Nuestra política no es hacer una lista de demandas sino el proceso crítico de repensar el mundo, la realidad y la cultura.

Nuestro feminismo es inventar la sociedad que queremos construir. Es hacer de cada tarea una actividad que una el contenido y la forma, lo manual y intelectual, la ética y la estética.

Es crear lenguajes múltiples que hablen y permitan reintegrarnos a nosotras mismas y a nosotras en relación con el mundo.

La legitimidad de nuestro movimiento no se construye respondiendo a la legitimidad del sistema, sino en la práctica social. Nuestra legitimidad se da en los hechos no en el reconocimiento jurídico por parte del Estado.

Estamos construyendo un movimiento que no niega nuestra historia, porque el hacerlo ha llevado a una confusión utilitaria de nuestras energías y propuestas.

Queremos retomar las calles, la imaginación pública, crear un lenguaje que termine con el lenguaje juridizado y suavizado que necesita el sistema, buscamos recuperar y recrear el lenguaje subversivo que inició el feminismo. No retomamos las ideas que nos han cooptado y transformado su sentido y queremos retomarnos las fechas que ya no conmemoramos sino que han pasado a plantearse como fechas oficiales de adorno.

Es vital la integración de muchas jóvenes, pero creemos que esto se logrará más ampliamente cuando el feminismo sea capaz de plantear una nueva imagen de mundo y no tareas y temas parciales e institucionales.

Queremos terminar con la culpabilización que se hace dentro del movimiento por querer hablar desde lugares e imaginarios no institucionalizados.

Es preciso reconocernos, entre nosotras, los aportes de pensamiento y experiencias, y hacer circular el pensamiento que se ha hecho fuera de los espacios oficiales, fuera de la institucionalización y desde las prácticas y espacios feministas autónomos.

No queremos que nuestros productos teóricos y materiales circulen como intercambios monetarios y de legitimidad y carrera institucional, sino reinaugurar formas de trueque, socializar lo que pertenece a la historia y a la producción de las mujeres.

Queremos medios de comunicación que potencien la voz, las imaginaciones y creaciones de las mujeres, que hagan circular nuestras producciones para enriquecer el desarrollo del pensamiento y la práctica y no para que creen élites pensantes y escribientes.

Nadie nos otorga la voz, ésta es nuestra. Lo que queremos es potenciar nuestras palabras e ideas a través de nuestros medios.

Opinamos que Fempress no es la voz oficial del feminismo. Nuestro movimiento no tiene voz oficial y menos puede arrogársela quien niega la voz a las que no piensan como ellas.

Que nadie escriba nuestra historia por nosotras. Queremos generar formas para que cada experiencia escriba su propia historia y que ésta circule ampliamente para que se enriquezca con otras experiencias cree memoria de nosotras y nos ayude a aprender de nuestros aciertos y errores.

Es imprescindible definir los límites éticos de los recursos y de las instancias y métodos para obtenerlos. No queremos seguir avalando las políticas de financiamientos que deconstruyen nuestros ejercicios de democracia, de pensamiento y nos entronizan en los caminos del sistema, instalándose en todo espacio que intenta ser rebelde.

Nos negamos a negociar con las instituciones supranacionales y nacionales que provocan el hambre y la miseria, instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc.

Tenemos que discutir y analizar los límites de los dineros de la cooperación internacional.

Debemos conocer y descodificar el origen y los procedimientos de los recursos y que también esto sea parte de la subversión. Queremos interpelar al dinero y a su poder.

Necesitamos recursos, pero necesitamos generar nuevas prácticas para obtenerlos y poner lo que tenemos a disposición de más y más mujeres, para que entre todas se multipliquen nuestros aportes y soportes y para crear recursos propios que no dependan de la cooperación al desarrollo. Esto es un desafío a nuestra creatividad.

Necesitamos proyectos políticos, teóricos, estéticos, culturales, investigativos, generados desde y por la dinámica de un movimiento que desea cuestionar y profundizar.

Queremos mejorar nuestros diálogo y comunicación en las lenguas continentales propias, en especial el portugués y el español, para que podamos compartir más y mejor entre brasileiras e hispanoparlantes. Que el inglés sea fundamentalmente para dialogar con nuestras hermanas angloparlantes y no para tener derecho a participar en los grandes eventos internacionales del imperialismo.

Buscamos fortalecer y desarrollar las formas de intercambio con las mujeres rebeldes europeas y estadounidenses, con esas mujeres que lo cuestionan todo, con las que se ponen fuera de la definición de la realidad y de legitimidad que da el poder político y académico.

Queremos reconstruir la práctica militante desde nuestros compromisos concientes. Concebimos al movimiento feminista como el espacio político de experimentación, por eso la responsabilidad de construirlo debe salir de los límites del horario y los deberes laborales de las instituciones.

La autonomía es un límite y posibilidad que define nuestras formas de relación con el mundo, pero no es autonomía de la historia. Estamos presentes en los procesos de la historia, en sus hechos y luchas cotidianas donde alimentamos y profundizamos nuestra crítica al sistema y donde instalamos nuestra subversión cotidiana, lo que hacemos con y a partir de nuestra historia.

Nuestra tolerancia es grande, pero tiene límites. Ya no queremos ser tolerantes con quienes nos negocian y nos niegan. Nuestra ética no es la de la tolerancia infinita sino de las relaciones de respeto y visibilización.
 
Fuente:  http://documentosautonomos.blogspot.com/2009/01/declaracin-del-feminismo-autnomo.html

miércoles, 1 de junio de 2011

El feminismo: un movimiento de pensamiento


 Guisela Lopez

Entre los movimientos de pensamiento que han tenido mayores despliegues en los últimos cincuenta años, se encuentra el feminismo. Desde el feminismo se ha alentado la producción teórica, artística, literaria, documental, discursiva… de mujeres de todo el mundo.

El feminismo ha constituido el espacio de encuentro de diversas expresiones de rebeldía y subversión de las mujeres, de sus acciones organizativas y alianzas políticas, de sus debates y búsquedas prospectivas, en la configuración de un proyecto común: transformar las relaciones de dominación que median entre hombres y mujeres, desde la implementación de nuevas formas de humanidad, nuevos modelos de convivencia, participación y organización social.

Considerando los movimientos de pensamiento como expresiones ideológicas de un grupo o sector determinado y su particular manera de percibir e interpretar la realidad… como… conjunto de representaciones, valores y creencias.”

Podemos identificar el feminismo como un movimiento de pensamiento que ha acuñado las propuestas políticas de aquellas mujeres que – rompiendo con la enemistad histórica que el sistema de dominación ha fomentado entre nosotras – propugnamos por el respeto a la diferencia, la autonomía y libertad de las mujeres. Instaladas en una nueva manera de percibir la realidad – con las gafas violetas (por supuesto) – que nos permiten identificar los sesgados flujos de poder que bordean la definición de lo femenino y masculino, como construcciones sexualizadas y generizadas.

El feminismo ha generado un movimiento de pensamiento, que partiendo de una mirada crítica de la realidad, desarrolla un permanente esfuerzo deconstructivo – de comportamientos, instituciones, representaciones simbólicas, relaciones y pactos instituidos desde la supremacía masculina – y apunta a la construcción de una sociedad incluyente que reconozca a las mujeres como sujetas políticas, protagonistas de nuevas historias.

Este movimiento de pensamiento tiene un amplio escenario ya que – superando fronteras, culturas y nacionalidades – mujeres de distintos grupos étnicos, de distintas edades, de distintos países se han pronunciado, enlazando su voz a esta ruptura del continuo genérico.

El feminismo registra los aportes, los recorridos, las experiencias vitales, los sueños y los deseos de las mujeres, potencia nuevos valores éticos, nuevos lenguajes y nuevas prácticas, discursos – más holisticos colectivos y abiertos – que rompiendo por fin con los tradicionales metarelatos épicos de exaltación al heroísmo viril, inauguran nuevas maneras de ser y estar en el mundo.

En Guatemala, el feminismo como movimiento de pensamiento encuentra sedimento en los discursos de algunas intelectuales de los años setenta, en las migraciones políticas generadas en los años del conflicto armado, en el movimiento de mujeres por la vida de las y los desaparecidos en los años ochenta, en los avances de la participación política de las guatemaltecas en los años noventa, en los estudios de género y las propuestas creativas transgresoras de las mujeres en el nuevo siglo. Es todavía una primicia. Pero son muchos los esfuerzos por articular un discurso político coherente con una práctica, una conciencia y un posicionamiento feminista.

El feminismo como movimiento de pensamiento es una propuesta viva que cada día cobra mayor vigencia, articula palabras, poemas, discursos, imágenes, manifiestos. Un movimiento que se cuestiona cada vez más la desigualdad, la violencia, la discriminación, el caos sociopolítico, la crisis económica, la vulneración de la seguridad ciudadana. Que ante el vacío de proyecto político partidario, la deslegitimación del Estado, el resurgimiento de modelos autoritarios, la perdida de valores solidarios y la indolencia generalizada, genera propuestas.

Un movimiento de pensamiento que sustenta en su ejercicio critico su capacidad de trasgresión, que se abre a las posibilidades creativas. Sus interrogantes recorren todos los tópicos, sus búsquedas todas las disciplinas. Lo alienta la propuesta política de transformación radical de la realidad, partiendo de transformarnos nosotras mismas, de desmontar los andamiajes del deber ser, de hacer una ruptura con lo heterodesignación. De la critica a nuestras formas de relacionarnos, nuestros modelos de sociedades. Del cuestionamiento a la manera en que interactuamos con nuestro entorno ambiental.

Es un movimiento de pensamiento que nos compromete a cuestionarnos todo, a dejar atrás todas las mascaras impuestas y optadas, a desechar el miedo a darnos tiempo para fraguar nuestros sueños y deseos, a encontrarnos en el propósito común de dar voz al silencio acumulado de las mujeres y nombrar la realidad y el mundo como nuestro cuarto propio.

Fuente:  http://www.ciudaddemujeres.com/articulos/El-feminismo-un-movimiento-de

lunes, 30 de mayo de 2011

Cuerpos y Políticas Feministas

 
Mari Luz Esteban

En este texto voy a reflexionar sobre la relación entre cuerpos y políticas, un eje de análisis que considero central, no sólo para el feminismo sino para los movimientos sociales en general, que tiene implicaciones vivenciales, identitarias, teóricas y políticas.

Cuando hablo de cuerpos lo hago en plural: no hay un solo cuerpo sino muchos cuerpos que conviven y discuten entre sí, a nivel biológico, experiencial/fenomenológico, teórico/epistemológico, político... Pensar en cuerpos es pensar en representaciones, imágenes y concepciones concretas, en relación a formas también muy concretas de entender el sujeto y el género. Hay además una conexión íntima entre los cuerpos y los contextos históricos y geográficos en los que se configuran y viven dichos cuerpos. El cuerpo ha sido y es un dispositivo fundamental de regulación y control social, pero también de denuncia y reivindicación, por lo que ha estado y sigue estando muy presente en los diferentes feminismos, aunque más en algunos sectores (arte, feminismo de la diferencia…) y líneas de trabajo (salud reproductiva, acciones contra la guerra, la violencia…) que en otras. Pero, salvo excepciones muy valiosas, hemos actuado más que reflexionado respecto al cuerpo, y no siempre hemos sido conscientes de qué significados estaban implícitos en nuestras teorías y en nuestras acciones.

Parto de la idea de que eso que llamamos identidades de género (ser mujeres, hombres, o lo que sea que seamos), así como las prácticas sociales e individuales (también las feministas), son sustancialmente corporales, y esto por lo menos en un triple sentido: 1) Primero, que como human*s no somos más que un cuerpo, en sus diferentes dimensiones: materialidad, apariencia, estética, gestualidad, movimiento,
sensorialidad, emoción, percepción, intuición, cognición… 2) Segundo, que convertirse en “mujer” implica un trabajo corporal2 de generización a lo largo de nuestra vida (aunque haya momentos y espacios específicos), que tiende a acentuar y desarrollar más unas partes del organismo, unas capacidades, unos conocimientos, respecto a otros… lo que configura nuestra forma de mirar y conformar la realidad. En esta misma línea, hacerse feminista no sería más que configurar y reconfigurar, consciente o inconscientemente, nuestra actitud, nuestra intersubjetividad corporal, nuestro ser-en-elmundo, en el marco de distintas tensiones: libertad frente a sumisión, acción frente a pasividad, fuerza frente a fragilidad, placer frente a peligro… lo cual no va en contra de reconocer la vulnerabilidad y la incertidumbre intrínsecas al ser humano. 3) Por último, que en el cuerpo están, por tanto, no solo la identidad y las condiciones materiales de laexistencia, sino eso que llamamos la agencia, es decir, la praxis individual y colectiva.

Más aún, se podría valorar la presencia, el éxito o el declive de un movimiento (una corriente, un sector…) en función de si es identificable o no, de si conlleva una imagen/imágenes que lo caracterizan y lo distinguen del resto. Hay una relación directaentre imagen colectiva y acción corporal, por un lado, y conceptualización y
reivindicación feminista, por otro. Si no somos capaces de evocar, de visualizar, de corporalizar un tipo concreto de reivindicación, o nos cuesta, es que hay algún grado de invisibilización o dificultad que va más allá de su oportunidad teórica o política.  

¿Para qué nos puede servir una teoría y una metodología corporal feminista, una manera de mirar y hacer conscientes las configuraciones y usos feministas del cuerpo, que integre, como explicaré después, algunos planteamientos teóricos actuales al respecto? Desde como yo lo veo, puede sernos útil para: 1) Hacer una historia alternativa del/de los feminismos, una historia que se añade a otras que se han hecho o están por hacer, que implique diagnósticos y revisiones de nuestros propios conceptos, principios, actuaciones…
2) Indagar en nuestras lecturas, visiones y contenidos explícitos e implícitos, visibles e invisibles, nuestra “agenda oculta”. 3) Abordar claves y dilemas diversos, como todo lo que tiene que ver con: las diferencias y similitudes entre eso que llamamos mujeres/hombres; la tensión entre considerar a las mujeres como víctimas o como agentes; las relaciones entre biología, naturaleza y cultura; las concreciones y paradojas en torno a la identidad, la agencia, el empoderamiento; así como para repensar el cambio social, sin fijarnos solo en lo
intencional y deliberado. 4) Revisar y reactualizar temas y debates clásicos (aborto, trabajo, violencia…).
5) Reflexionar sobre las relaciones entre distintas generaciones de feministas: por un lado, las mayores, más escépticas, en general, respecto a “eso del cuerpo”, que relacionan muchas veces con los “excesos de la postmodernidad”, y que privilegian un quehacer político basado en leyes, normas, instituciones... buenas hijas de una tradición,la occidental, donde se entiende el individuo como perfectamente aislado del resto, una unidad cognitiva, moral, psicológica… un sujeto emocional diferenciado del sujeto racional, un yo separado del cuerpo. Por otro lado, las feministas jóvenes, mucho más seducidas, incluso fascinadas, por todo lo que tiene que ver con lo corporal, que identifican con posicionamientos innovadores del género y del feminismo. De manera que el cuerpo (sobre todo el cuerpo sexual, como mostraré después), y más allá de su interés y pertinencia, se ha convertido en un nexo de autoafirmación y ruptura para ellas, en un proceso con un gran potencial epistemológico y político pero también con riesgos, en cuanto que no siempre conlleva un ejercicio genealógico y autocrítico.

Aproximaciones teóricas feministas: del cuerpo como alien al cuerpo como agente.
Ha habido y hay diferentes diferentes aproximaciones teóricas, diferentes epistemologías feministas del cuerpo que suponen, implícita o explícitamente, formas distintas de acción. Para sistematizar las principales posiciones teóricas feministas respecto al cuerpo, voy a utilizar dos ejes de análisis: el de la igualdad / diferencia, y el del constructivismo / postestructuralismo, al que añadiré una quinta opción, la del “cuerpo como agente”, que es la que defenderé como más acorde con visiones científicas, sociales y feministas de las dos últimas décadas. 

Hay una cierta cronología en los diferentes planteamientos que voy a presentar aunque, de alguna manera, están todos ellos presentes y conviviendo entre nosotras. Algunas lecturas del cuerpo femenino y de su “especificidad” (ciclicidad, menstruación, embarazo, maternidad, lactancia...), dentro del llamado feminismo de la igualdad, son absolutamente negativas, lo que se traduce en la idea del cuerpo como una limitación para el acceso de las mujeres a los derechos y privilegios que la sociedad otorga a los hombres. Esto en una doble dimensión: como una limitación pero también como una ventaja, por el especial punto de vista que puede implicar para las mujeres. El cuerpo, biológicamente determinado, sería un alien para los fines culturales e intelectuales, estableciéndose una distinción absoluta entre una mente sexualmente neutra y un cuerpo sexualmente determinado y limitado. Se mantendría así la ilusión de “poder prescindir” del cuerpo.

Por su parte, las feministas de la diferencia han percibido el cuerpo como clave para entender la existencia social, histórica y psicológica de las mujeres, un cuerpo constituido en lo que se ha denominado el orden del deseo, la significación, lo simbólico, el poder. La mujer sería lo “otro” por antonomasia y es fundamental
construir una identidad femenina propia, de forma que “el” elemento fundamental en la constitución social de los sujetos sería la diferencia sexual, lo que hoy día es a mi entender problemático. Pero, la re-lectura y revisión de sus textos me parece ineludible para una teoría corporal, porque son precisamente ellas las que más específicamente han ensayado narrativas corporales feministas. En tercer lugar, el pensamiento feminista es, en su conjunto, básicamente constructivista, y ésta es sin ninguna duda la posición mayoritaria respecto al cuerpo. El cuerpo ya no es un obstáculo en la consecución de la igualdad de oportunidades, aunque
se sigue entendiendo desde la oposición mente/cuerpo, pero siempre desde una mirada desde la que la biología no es negativa en sí misma, sino que es el sistema social el que la organiza y le da sentido, por lo que hay que propiciar nuevas lecturas y asociarle nuevos contenidos, valores y representaciones. Sigue vigente, así y todo, la oposiciónsexo/género, que distingue entre lo biológico, lo natural, por un lado, y lo mental, lo social, lo ideológico, por otro, estableciéndose una distinción entre el yo y el cuerpo, entre el cuerpo material, carnal, que queda fuera del análisis, y el cuerpo como objeto de representación. Por otra parte, tendríamos los planteamientos postestructuralistas, donde el ejemplo por excelencia lo supone el “Manifiesto para cyborgs” de Donna Haraway (1995:251-311), que propone el cyborg como una metáfora, un recurso imaginativo frente a una mirada y un mundo dicotomizados que al final uniformizan y excluyen socialmente a las mujeres, y como un instrumento ideal para abordar la ruptura de todo tipo de dualismos: lo humano y lo animal, lo humano y la máquina, lo físico y lo no físico, lo masculino y lo femenino...

Por último, en una posición que se sitúa también en el postestructuralismo, que revisa y recupera tendencias feministas distintas, y se nutre de aportaciones desde la historia4, la sociología5, la antropología6 o la filosofía7 (como la fenomenología)8, estarían todas las teorías (una de las más conocidas, aunque no la única, la teoría queerde Judith Butler) que intentan desarrollar abordajes complejos, relacionales, dinámicos, performativos, encarnados… del género. El cuerpo sería, siguiendo a Butler (1997), la encarnación de una manera de hacer, de dramatizar, de reproducir situaciones históricas. Y el género, un estilo corporal, un conjunto de actos que se repiten pero pueden al mismo tiempo ser modificados. Estas relecturas se basan también en revisiones respecto a la cultura, el cambio social, la agency/práctica9, y el poder10, entre otras, que influyen directamente en el surgimiento de lo que puede denominarse el “cuerpo como agente” (Esteban, 2004), donde otro autor clave es Robert Connell (1995), absolutamente crítico tanto con el determinismo biológico como con el social. No se prescinde de la influencia del sistema social sobre los sujetos pero se da toda la relevancia a la praxis, lo que nos lleva a ver el género no como lo que “somos” sino “como lo que hacemos” (Stolcke, 2003), acciones sociales e individuales intersubjetivas, donde la corporalidad es una dimensión fundamental que guía nuestra vida. De modo que las identidades y las prácticas (de género, sexuales, etc.), como formas de “estar” en el mundo y no de “ser”, no serían ni dicotómicas ni estarían fijadas culturalmente, lo que nos puede ayudar a desencializar la experiencia relativa también a ámbitos como la sexualidad y el amor. Estaríamos hablando de actos básicamente corporales (maneras de sentir, andar, expresarse, moverse, vestirse, adornarse, tocar-se, emocionar-se, atraer-se, gozar, sufrir…), siempre en interacción con las otras personas; actos que van modificándose en el tiempo y en el espacio y que constituyen itinerarios corporales11, donde contexto social y económico, corporalidad y narratividad quedan estrechamente articulados.

Cuerpos políticos feministas
Por “cuerpo político” me refiero a un conjunto articulado de representaciones, imágenes, ideas, actitudes, técnicas y conductas encarnadas, una configuración corporal determinada promovida consciente o inconscientemente desde un movimiento social, en nuestro caso el feminismo, que se concreta a nivel individual y colectivo. Un cuerpopolítico, como señalaba anteriormente, comporta formas concretas de entender la persona, el género y las relaciones sociales, y de mirar, conocer e interactuar con el mundo, que suponen a su vez maneras (al menos intentos) de resistir, contestar y/omodificar la realidad.
No ha habido ni hay un solo cuerpo político feminista, ni siquiera si acotamos nuestro análisis a las últimas décadas y al entorno del Estado Español, que es el ámbito al que principalmente me referiré. Pero, me atrevería a afirmar que uno de los cuerpos políticos dominantes en el feminismo ha sido el cuerpo reproductivo, en plural (contracepción, aborto, maternidad, menstruación…), cuerpos con distintos rasgos y
significados, algunos vigentes y otros no tanto (como el cuerpo del self-help, del autoconocimiento12). Pero también tenemos otros cuerpos políticos relevantes: cuerpos de la estética/imagen corporal, cuerpos del arte, cuerpos lesbianos, cuerpos queer, cuerpos del trabajo/empleo, cuerpos contra la violencia sexista...
Una de las principales características de todos estos cuerpos es que denuncian y reivindican aspectos muy diversos siempre desde la afirmación de la existencia y la presencia social de las mujeres y las feministas. Otra característica, la de que constituyen representaciones y conceptualizaciones alternativas del ser  mujer/hombre”, del ser humano. Una tercera, en relación con lo anterior, que son agentes de contestación, transgresión y cuestionamiento13 de estereotipos, valores y asignaciones diferenciales de espacios, poderes, tiempos.

Otras dos características que me interesa resaltar, evidenciables en una gran mayoría de cuerpos políticos feministas, son la sexuación y la sexualización, dos cuestiones sobre las que quiero reflexionar brevemente. En general, solemos tender a subrayar la sexuación de los cuerpos, como característica humana básica, aunque al mismo tiempo discuta el binarismo sexual y/o se transgredan las propias categorías, tanto a nivel social como biológico, mediante lo que Foucault denominó la afirmación inversa, es decir, la utilización opuesta, alternativa de dichas categorías con resultados transgresores y rupturistas14. Sin embargo, se sigue priorizando un tipo de lenguaje donde lo femenino/masculino es el prisma desde el que se interpreta la realidad. Pero ¿debe ser la sexuación, aunque sea en sus versiones más disidentes, una característica sine qua non de la corporalidad feminista? ¿Es conveniente seguir haciendo interpretaciones exclusivamente desde la feminidad/masculinidad? ¿No nos interesa potenciar enunciados y definiciones de lo humano más allá de la sexuación y lareproducción sexual?15. Un segundo aspecto que quiero subrayar es el de la sexualización, otra de las dimensiones estrella de la corporalidad feminista, en tanto que la sexualidad es central en cómo las feministas (europeas y norteamericanas al menos) nos hemos configurado como tales, dentro de biopolíticas perfectamente delimitadas. En consecuencia, en nuestros cuerpos políticos la sexualidad tiende a ser un factor crucial de placer, agencia, transgresión y subversión, algo que siguen asumiendo y redefiniendo muchos sectoresjóvenes de feministas desde planteamientos que resultan ser bastante revolucionarios.

Pero, ¿es o debe ser la sexualidad el único o el principal instrumento de subversión feminista en relación a lo corporal? ¿Priorizar la sexualidad no secundariza o invisibiliza dimensiones de la vida que nos interesaría privilegiar o al menos poner al mismo nivel? Si la sexuación y la sexualización han sido elementos hipervisibilizados y, de alguna manera, hipertrofiados, habría otros que permanecen mucho más ocultos, por lo menos en nuestro ámbito, lo cual no quiere decir que no sean aspectos fundamentales de la desigualdad. Me refiero a factores como la clase social, la etnia, la nacionalidad, la edad… y también a otros elementos claves en la discriminación, como la división sexual del trabajo o la obligación del cuidado. Esto nos llevaría a pensar en cuerpos políticos que, como en el caso de la precariedad laboral o la pobreza, nos parecen a veces, paradójicamente, mucho menos subversivos, simplemente porque carecen del suficiente glamour feminista; otras veces, como en el caso de los cuidados, ni siquiera tenemos bien configurados nuestros cuerpos políticos16.  Si hay una relación directa entre cuerpos y objetivos: ¿Qué cuerpos necesitaríamos hoy día para qué objetivos y, por tanto, cuáles tendríamos que reforzar, pensar y poner en práctica y/o añadir a nuestra tarea feminista? Si en los años setenta/ochenta uno de los retos principales para las mujeres fue
romper la identificación entre mujer y madre, en la actualidad lo sería deshacer la equivalencia entre mujer y cuidadora17… lo cual no va en contra ni mucho menos de construir un mundo basado en el reconocimiento, la reciprocidad, la solidaridad y el apoyo mutuo. Más aún, uno de los desafíos más difíciles pero más urgentes hoy día es, a mi entender, cuestionar en profundidad la identificación entre mujer y sujeto amoroso, descentrar el amor de la identidad “femenina” o, incluso, feminista. Pero, miro a mi alrededor y no encuentro cuerpos políticos colectivos que sean subversivos a ese nivel. No hay una correspondencia lineal entre las distintas aproximaciones teóricas y los cuerpos políticos presentados, pero está claro que nos deberían resultar ya problemáticas las visiones esencialistas y reproductivistas o, incluso, las excesivamente constructivistas. Considero que las teorías y narrativas corporales feministas más actuales nos invitan a desafiar esa separación perversa entre el yo y el cuerpo, y entendernos como agentes encarnados en cualquier circunstancia y dentro de acciones planificadas o no, lo que nos permite inventar y poner en práctica modos alternativos de diagnóstico, reflexión y acción. Pensar como cuerpos, cuerpos que son objetos y sujetos a la vez, nos puede abrir, nos está abriendo ya de hecho, nuevas posibilidades teóricas y políticas para revisar, integrar y/o reformular ideas, experiencias y debates que están ahí desde que el feminismo es feminismo.


1 Ponencia presentada en las Jornadas Estatales Feministas de Granada (5-7 de diciembre de 2009), en la mesa redonda “Cuerpos, sexualidades y políticas feministas”. Una versión anterior fue presentada en las II Jornadas del Colectivo Feminista ADREI, “Otras Voces Feministas. Nuevos enfoques, nuevos debates”, llevadas a cabo en Oviedo (Asturias), el 13 de diciembre de 2008.
2 Término tomado del estudio de Loїc Wacquant (1995:73) con boxeadores. El trabajo corporal es una manipulación intensiva del organismo con un objetivo de imprimir en la persona posturas, rutinas de movimientos y estados subjetivos emocionales y cognitivos concretos, de forma que el campo corporal se reorganiza, se resaltan unos órganos y capacidades sobre otras, y se transforma no solo el sentido del cuerpo sino la conciencia sobre el propio organismo y, en definitiva, respecto al mundo. Yo he utilizado este concepto en mi análisis de la profesión de modelo de pasarela (Esteban, 2004) y estoy aplicándolo ahora al estudio de la socialización amorosa.
3 En este apartado voy a resumir los contenidos incluidos en el primer capítulo de mi libro de Antropología del cuerpo. Género, itinerarios corporales, identidad y cambio (2004), que a su vez estaban inspirados en parte en el planteamiento de Elizabeth Grosz (1994).

4 Con historiadores como Jean y John Comaroff.
5 Con sociólogos como Pierre Bourdieu o Bryan Turner.
6 Con antropólogas como Nancy Scheper-Hughes y Margaret Lock, así como Thomas Csordas, uno de los autores que más ha profundizado en el concepto de embodiment (encarnación, in-corporación).
7 El trabajo de Michel Foucault es fundamental para entender la teoría social del cuerpo.
8 Donde destaca sobre todo Maurice Merleau-Ponty.

9 Con autoras/es como Anthony Giddens o Sherry Ortner.
10 Con autoras/es como Michel Foucault, Antonio Gramsci, Dolores Juliano…
11 Definidos como “procesos vitales individuales pero que nos remiten siempre a un colectivo, que ocurren dentro de estructuras sociales concretas, y en los que damos toda la centralidad a las acciones sociales de los sujetos, entendidas éstas como prácticas corporales. El cuerpo es así entendido como el lugar de la vivencia, el deseo, la reflexión, la resistencia, la contestación y el cambio social, en diferentes encrucijadas económicas, políticas, sexuales, estéticas e intelectuales. Itinerarios que deben abarcar un periodo de tiempo lo suficientemente amplio como para que pueda observarse la diversidad de vivencias y contextos, así como evidenciar los cambios” (Esteban, 2004:54).

 12 Un autoconocimiento reduccionista en tanto que lo reproductivo era metonimia de lo corporal.
13 En el sentido que le da Dolores Juliano.
14 Hablamos, por ejemplo, de cuerpos lesbianos masculinos.

15 Basándonos en autoras como Anne Fausto-Sterling o Donna Haraway.
16 Curiosamente, es el cuerpo masculino el que está dando la especificidad feminista a la reivindicación respecto a los cuidados, ya que son los hombres en actitud de cuidado los que nos están posibilitando expresar mejor nuestra crítica y reivindicación al respecto.
17 Una idea que, formulada de esta manera, escuché por primera vez a Marian Uria, feminista vasco-asturiana.


Fuente:  http://www.feministas.org/spip.php?article225 

domingo, 29 de mayo de 2011

LA MARCHA DE LAS PUTAS

 Jossette Rivera
  
"Las mujeres deben evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia sexual", lanzó un policía canadiense. Miles de damas le responderán plantando sus tacos altos en las calles en una protesta.

Un policía canadiense aseguró que las mujeres debían cuidar su vestimenta para no ser víctimas de abuso sexual. Decenas de mujeres en México tienen pensado marchar —con zapatos de tacón y sin ellos— para protestar por la violencia de género justificada con el pretexto de su apariencia.

Las que marcharán el 12 de junio no comparten en su totalidad el oficio de la prostitución, pero sí la idea de aprovechar el término (tradicionalmente utilizado de forma despectiva) para reivindicar sus derecho a la seguridad sexual y a vivir libres de estereotipos.

Y no son las únicas.El movimiento tiene su origen en Canadá. Se desató luego de que en enero el policía Michael Sanguinetti ─durante una conferencia sobre seguridad civil en Osgoode Hall Law School en Toronto─ asegurara que "las mujeres deben evitar vestirse como 'putas' para no ser víctimas de la violencia sexual".
El 3 de abril, más de 3.000 personas —mujeres en su mayoría— marcharon por las calles de Toronto indignadas por las declaraciones.

A pesar de que Sanguinetti se ha disculpado por sus declaraciones y recibió una medida disciplinaria de la policía de Toronto, la iniciativa sigue cobrando fuerza.
Ya se han registrado manifestaciones con el mismo principio en Australia, Reino Unido y Estados Unidos. Ahora le toca el turno a América Latina.
 
SlutWalk a la mexicana
A partir del clic artículo publicado en el sitio de internet mexicano Animal Político, varias mujeres decidieron abrir un grupo en Facebook con los principios de la marcha de Toronto. Bastaron unos pocos días para que más de 1.500 personas se unieran a la iniciativa. De ahí a la organización de una marcha el 12 de junio bastó poco.
Los recientes videos de policías en Tijuana que obligaron a una mujer a desnudarse y la grabaron o la iniciativa de prohibir minifaldas en una ciudad norteña del país para "evitar embarazos" sirvieron para dar un nuevo contexto a la movilización.
El objetivo, dicen las organizadoras, es hacer notar una cultura en la que se culpa a la víctima más que al violador o al abusador.

"Cuando una es acosada o abusada no trae ninguna vestimenta en especifico, pero sí cuando es víctima de abuso sexual se le cuestiona como venía vestida o su ocupación o en dónde estaba o sus actitudes", explica Gabriela Amancaya, directora del movimiento AtréveteDF/Hollaback y co-organizadora de la marcha.
Las cifras de la Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación en México aseguran que el 90% de las mujeres ha sido acosada en algún momento de su vida.

¿Porqué putas?
Con la marcha y su particular nombre SlutWalk (en español puta, zorra, guarra) también se desataron los desacuerdos sobre el uso de la palabra para denominar el movimiento. A pesar de feminismo y la revolución sexual, la palabra "puta" aún resuena con connotaciones negativas relacionadas con la promiscuidad sexual y todavía se aplica principalmente a las mujeres más que hombres, explica la periodista de la BBC Kathryn Westcott.

El movimiento de Toronto justifica el uso del término en su comunicados asegurando que quieren "reapropiarse de la palabra". "Hacernos cargo de nuestra vida sexual no significa que nos estamos abriendo a una expectativa de violencia, independientemente de si tenemos sexo por placer o trabajo", dicen en su sitio de internet.

Mientras tanto, en México y con su traducción a "La Marcha de las putas" el enfásis no está en la terminología. Con el lema "No significa no" pretenden hacer un llamado a la sociedad y las autoridades para que reconsideren las actitudes que están teniendo hacia las mujeres —o hacia su vestimenta— e invitar a un análisis de las relaciones de abuso. "Tiene menos que ver con el sexo y más con las relaciones de poder... con la gente que abusa porque tiene el poder o la fuerza y luego se justifica cobardemente diciendo que la víctima lo provocó", insiste Amancaya.

"Tú me puedes llamar puta pero eso tampoco te da derecho a abusar de mí", concluye.

Fuente:  http://www.diariouno.com.ar/mundo/La-Marcha-de-las-Putas-20110526-0005.html

sábado, 28 de mayo de 2011

Mortalidad materna tres veces más alta entre mujeres indígenas


 Históricamente la situación  de la Salud Sexual y Reproductiva de la mujer guatemalteca ha sido un serio problema.  Al igual que en los otros países del área, los datos sobre este aspecto son escasos, existe subregistro o bien, los datos son publicados con considerables años de atraso, estos datos han sido utilizados para el planteamiento de políticas gubernamentales o como metas trazadas para alcanzarse en distintos convenios firmados por nuestro país ante los organismos internacionales que subsidian la atención en salud y que colaboran con la aplicación de los mismos, tal es el caso de los planes de salud para el año 2000,  algunas metas un tanto utópicas o alejadas de la realidad siempre han contemplado la atención a grupos vulnerables y dentro de estos a las mujeres.
Un elemento importante ha sido el esfuerzo por  disminuir la mortalidad materna, indicador por sí mismo de la disparidad y desigualdad existente entre hombres y mujeres, pobres y ricos, urbanos y rurales, evidencia el pobre acceso a los servicios de salud, nutricionales y condiciones económicas de la sociedad guatemalteca.

Los datos epidemiológicos no son nada halagadores, según informe de mayo del 2008, del Observatorio de  Salud Reproductiva. En Guatemala la razón de la mortalidad materna es de 153 muertes de mujeres por causa relacionada con el embarazo y el parto de cada 100 mil niños y niñas, sin embargo,  no es de extrañar que en nuestro país un número más elevado de víctimas lo constituyan las mujeres indígenas, analfabetas, en departamentos con altos índices de pobreza y ruralidad.

Las complicaciones del embarazo y el parto son las principales causas de muerte entre mujeres de 15 a 49 años. Por cada mujer que muere a raíz de esta causa, entre 20 y 30 mujeres más desarrollan en el corto y largo plazo otras enfermedades o incapacidad relacionadas con la misma.
La mortalidad materna es tres veces más alta entre mujeres indígenas (211 muertes maternas por 100 mil niños nacidos vivos), que entre mujeres ladinas (70 muertes maternas por 100 mil nacidos vivos).  La mayoría de las muertes maternas ocurre el mismo día del parto (52% del total de muertes maternas), o en la primera semana del parto (22%).
En Guatemala las muertes maternas todavía se deben a las mismas causas históricas, estas  son hemorragias (53%), infecciones (14%), hipertensión inducida por el embarazo (12%) no es por gusto que en la jerga médica estas tres afecciones sean conocidas como los tres jinetes del apocalipsis, y finalmente el aborto inseguro (10%) que por sí mismo puede complicarse con infección y hemorragia, con lo que se engrosan las estadísticas de la dos primeras mencionadas. Debe recordarse que la Constitución Política de la República garantiza la vida desde su concepción hasta su nacimiento (Artículo 3), por lo tanto, el aborto es tipificado como delito, razón por la cual las mujeres muchas veces recurren a procedimientos inadecuados o visitan establecimientos insalubres arriesgando su vida y su salud reproductiva futura.

Los lugares en donde ocurren los fallecimientos son, cinco de cada diez muertes en el hogar; y cuatro de cada diez, en establecimientos de salud públicos o privados.  Al momento del parto, seis de cada diez madres que fallecieron fueron atendidas por comadronas, por un familiar o por ellas mismas, y únicamente tres de cada diez recibieron atención por un proveedor de salud. La cobertura del parto en mujeres ladinas es de 57% y en indígenas es de 19.5%.
La mortalidad materna en siete departamentos del país es superior al promedio nacional de 153 muertes maternas por 100 mil nacidos vivos: Alta Verapaz (226), Sololá (264), Huehuetenango (246), Izabal (207), Totonicapán (197), Quiché (171) y Petén (162).
Dentro de los programas de Salud Reproductiva, un derecho inalienable lo constituye la libre elección de la mujer a elegir el número de hijos que desee tener y las medidas que se encaminen a  garantizar este derecho, por medio de la libre elección al método de planificación familiar. Nuevamente existe una brecha inmensa entre la población rural y urbana, en el área urbana la necesidad de servicios de planificación familiar no es cubierta en un 20%, y para el área rural la proporción no cubierta es de 32.3%. Por otro lado, la prevalencia de uso de anticonceptivos entre las mujeres indígenas es de 23.8% y entre las mujeres ladinas es de 52.8%.
No se puede pasar por alto un elemento importante relacionado con estas desigualdades y es el papel que juega la pareja en la elección de un método de planificación familiar. El machismo arraigado en nuestra población limita el acceso a un método adecuado,  ya que las mujeres para optar y decidir por uno, sin importar cuál sea, deben contar con la autorización del esposo, o bien, deben acudir en secreto, a escondidas para solicitar protección anticonceptiva, lo mismo sucede con el arraigo cultural o el tabú religioso.

A partir de los compromisos suscritos en el marco de los Acuerdos de Paz, específicamente en el “Acuerdo sobre aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria” se determinó el compromiso del estado de aumentar en un 0% del gasto público en salud a la atención preventiva y en la disminución de la tasa de mortalidad materna en Guatemala, posteriormente en octubre del 2001, el Estado Guatemalteco decretó la Ley de Desarrollo Social, en la que establece como prioridad en materia de salud poblacional “reducir las tasas de mortalidad con énfasis en el grupo materno-infantil”. Así mismo, creó el Programa Nacional de Salud Reproductiva, para facilitar la “accesibilidad a los servicios de salud reproductiva a mujeres y hombres”, consignando la vida y la salud de las madres, hijos e hijas como un bien público y definiendo la maternidad saludable como un asunto de urgencia nacional. No fue el único esfuerzo en materia legal, ya que además del decreto en mención, se ha contemplado en la Política Nacional de Promoción y Desarrollo de la Mujeres Guatemaltecas y en el Plan de Equidad de Oportunidades (2001), la Ley General de Descentralización y fueron reformadas la Ley de los Consejos de Desarrollo Urbano y Rural así como el Código Municipal (2002).

Al parecer el mejoramiento de los índices de deterioro de la mujer guatemalteca es una batalla no ganada, hasta que no exista la coordinación adecuada que parta de una voluntad real de las autoridades políticas involucradas en el cuidado de la Salud integral de la población, siendo éstas, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales, y con el pleno respeto a la Salud Reproductiva de la población.

Fuente:  http://mujerymedios.com/sitio/?p=8